Guacoche quedó marcado y entristecido luego de 10 años de violencia. Muchas personas se alejaron del pueblo por miedo, y quienes se quedaron eran cons- cientes de que era una resistencia a base del silencio. La sonrisa de Tirza nos demostraba un Guacoche cálido, un pueblo renovado por sus juventudes. Nos acogió desde el momento en que abrió sus puertas. Su casa reflejaba a todo un Guacoche. Nació en Guacoche, su abuela fue tinajera, su tía Carmina también siguió esa labor. Su familia pensaba que no seguiría la tradición artesanal porque se dedica a la docencia y al tema de estética y belleza, pero alternamente sabía que tenía que mantener su cultura. Empezó a asistir a cursos para prepararse en el conocimiento y creación de tinajas. Tiempo después, ya era parte de un grupo de 34 mujeres artesanas, quienes tenían el objetivo de rescatar la tradición de sus ancestros. Ella cuenta que desde el silencio quería levantar su mano para representar al grupo de tinajeras. La representante tenía que cumplir unos determinados requisitos, y afortunadamente quien cumplía con todos era Tirza. Ella se convirtió en líder del grupo de artesanas gracias al apoyo de sus compañeras y a los cursos brindados por la Unidad de Víctimas.