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La reconstrucción de una cultura
reprimida

La reconstrucción de una cultura
reprimida

LA RECONSTRUCCIÓN
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La gran variedad de árboles ubicados por todo el corregimiento de Guacoche, con sus frondosas ramas que brindan sombra ante el implacable sol en el árido terreno, cobijan un proceso de resurgimiento y superación de violencia. La población guacochera es muestra de los avances del posconflicto. Allí se forma una nueva comunidad que deja a un lado los oscuros recuerdos de la guerra y en donde florece, como en muchos lugares del país, la esperanza desde las cenizas de la violencia.

 

Esta población, tras estar inmersa en un conflicto ajeno durante 10 años, levanta su cabeza y renace como un ejemplo de superación y reparación colectiva, pero a su vez, de perdón, amor y unión ante los grupos al margen de la ley a los que estuvieron sometidos durante años de humillación.

La población que vivió una época de sufrimiento y dolor causada por las Autodefensas Unidas de Colombia en cabeza de “Jorge cuarenta”, hoy en día vuelve a la vida por medio de sus tradiciones y el ánimo de mantener el tejido social y sus costumbres. Es por esto que entendieron que por medio del proceso de reparación colectiva podían crecer y hacer de su población un nuevo territorio basado en la paz y el perdón.

 

El terrorismo hoy hace parte del pasado. Guacoche vuelve a las actividades propias, rescatando los oficios tradicionales que hacían parte de la idiosincrasia del territorio. Tinajeras y sabedores, quienes estuvieron presentes durante los años 70, 80 y 90, y que luego de la llegada de los paramilitares desaparecieron, en la actualidad, reaparecen por medio de más de 30 mujeres que reciben talleres sobre el rescate y perfeccionamiento de la elaboración de tinajas y se trabaja la supervivencia del oficio de la medicina tradicional.

 

En el rescate de la cultura, uno de los propósitos de la Asociación de Comunidades Negras Los Cardonales de Guacoche, se basa en la supervivencia de la tradición de las tinajas y artesanías hechas a mano, las cuales eran utilizadas para mantener el agua a una temperatura adecuada para su consumo por las comunidades negras e indígenas, y que actualmente son deseadas por los turistas, quienes empezaron a visitar el pueblo después de la desaparición de la violencia en el sector.

 

Al pasar la página del dolor, sufrimiento, rencor y resentimiento, se abrió la oportunidad de empezar a construir una nueva vida. Una decisión que tomó toda una comunidad que entendió que el camino para su crecimiento era el del perdón y reconciliación, que acompañado de una memoria colectiva de los sucesos de aquellos años de oscuridad revindican su posición como territorio de progreso.

 

Una nueva visión del mundo se abre ante los ojos de esta comunidad. A quienes se les enaltece su fortaleza, coraje, capacidad de superación y disposición a la reconciliación, dándole la oportunidad a los jóvenes de mostrarse como nuevos líderes de la sociedad.

 

El miedo ya no hace parte de Guacoche. Ahora la tranquilidad y alegría se refleja en sus habitantes y en el recibimiento que estos tienen con los foráneos a quienes les ofrecen lo mejor de su cultura. Las calles se convierten el territorio de competencias eternas de cartas, ajedrez y dominó, de canchas de fútbol y baloncesto, además de pistas para los ciclistas empedernidos que recorren sus calles de manera acelerada, pero sin dejar de visualizar la majestuosidad que irradia este paisaje.

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